Aunque se ha difundido que no dormir bien engorda, no es una afirmación del todo correcta. La realidad es que la calidad y la cantidad del sueño interfieren los procesos de pérdida de grasa. Pero ¿cómo es esto posible?
Hay 2 causas principales:
- La probabilidad de realizar comidas adicionales aumenta cuanto más estés despierto.
- La sensibilidad a las hormonas del hambre y la saciedad disminuye.
A más horas despierto, más horas para comer
Esto es simple. Si acostumbras acostarte a las 10 de la noche, probablemente tu última comida sea entre las 7 y las 8 p. m. Si un día te acuestas a la 1 a. m., por ejemplo, puede que experimentes hambre alrededor de la medianoche y que comas algo adicional.
Además, como se trata de una comida no planificada, suelen consumirse alimentos ultraprocesados o “de paquete” durante estas horas. Esto incrementará de manera significativa tu ingesta de calorías del día.
Sensibilidad a las hormonas del hambre y la saciedad
Dormir poco o mal puede generar una disminución en la sensibilidad a las hormonas leptina y grelina. En términos simples, tu cuerpo seguirá produciendo las hormonas encargadas de regular las sensaciones de hambre y de saciedad, pero no responderá adecuadamente a ellas.
El resultado puede ser que continúes con hambre luego de comer o que la sientas al poco tiempo después. Como en el caso anterior, esto aumenta la probabilidad de que comas de más.
Entonces, ¿no dormir bien engorda?
No, no es que no dormir bien engorde de manera directa. Lo que sucede es que los 2 motivos explicados hacen que sea más difícil controlar la ingesta de alimentos o las porciones.
Lo correcto es afirmar que no dormir bien contribuye al aumento de peso de manera indirecta. Sobre todo porque dificulta los procesos de pérdida de grasa.
Pero hay solución: mejorar la calidad y la cantidad de tu sueño. Por eso te invitamos a que visites la entrada en la que te compartimos algunos consejos para que logres un mejor dormir: “Mejorar tu calidad de sueño es posible con estos 9 consejos“.